Por primera vez tuve la oportunidad de participar en una marcha aquí en la ciudad de Fusagasugá, fui sola y pude sentir el ambiente diferente al de Bogotá, era una marcha claramente mas pequeña que las que se realizan en la capital, muchos conocidos entre ellos, un ambiente mas tranquilo; iniciando se fue acercando la gente hasta formarse una considerada masa de personas, se dio un espacio para la comunicación y reflexión del salir a las calles a protestar por nuestros derechos y por una vida mas digna, por ser una ciudad de montaña y un poco el clima caliente se sentía mas el cansancio, estaban las personas que animaban a los cánticos y trataban de mantener un orden, llegamos a un punto en la zona baja de Fusagasugá, se dio un espacio para el arte, las danzas, las palabras y para un pequeño descanso, luego seguimos caminando hasta la vía principal, hubo apoyo desde algunas casas, y carros que pasaban a nuestro lado, llegamos a un punto donde se encuentra un puente peatonal y conecta con otras vías para llegar a otros pueblos o ciudades, entonces bloqueamos esa vía y se paró el tráfico, un poco cansados, muchos nos sentamos, otros se reunieron en grupos a hablar, se hizo recolecta y se empezó a preparar una olla comunitaria para poder estar por un largo tiempo; mi cansancio y mi hambre no pudo esperar y no estuve hasta el final.

Al final de todo éste paro muchos alzaron su voz, hubo música, hubo arte, hubo expresión de descontento e indignación en pancartas, carteleras, papel u otra creatividad de cada persona o grupo, pero sobre todo como en todas las marchas hubo unión, hubo relación y se compartió un mismo fin.